Después de mi desconcierto incial, finalmente conseguí hacerme con el dominio de mi blog.
Preguntando a la comunidad, un vecino (vecina para ser más preciso) me hizo ver que el problema no era debido a la remodelación en mi ausencia: era culpa mía!. O sea que, perdida otra buena oportunidad para mantenerme callado...
Se trataba de un asunto de permisos de administrador. Tanto tiempo fuera y con tantos malos pensamientos por mi cabeza, ni me acordaba (de hecho sigo sin recordarlo) cuando hice esos cambios pero, gracias a su ayuda y al haber firmado los documentos necesarios en su momento, he recuperado los derechos que había pasado (moraleja: no hay que fiarse ni de la memoria).
Una vez abierta la puerta que me impedía sentarme en mi sitio, desde donde hago ahora esta entrada, tengo que decir una vez recuperada la calma, que la remodelación ¡me gusta!. Todo muy amigable y luminoso, ordenado y aparentemente (necesito tiempo para confirmarlo) práctico y funcional.
Ahora falta que recupere la inspiración y no ausentarme tanto, para disfrutar de este cambio. Felicidades Blogger, reconforta comprobar que en este tiempo de crisis profunda, alguien sea capaz de progresar...
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